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Migrantes venezolanos duermen en las calles de El Paso, Texas

Desde hace seis días, aproximadamente, cientos de migrantes venezolanos duermen en las calles del centro de El Paso, Texas. No tienen dinero ni recursos, pero sí deseos de lograr el anhelado sueño americano.

Algunos pasan la noche en tiendas de campaña y otros tantos a la absoluta intemperie con cobijas, ropa, agua y algunos alimentos que les donan personas solidarias como Manuel Padilla, quien junto a su esposa e hija repartieron ayudas. Vieron lo que sucedía a través de Facebook y decidieron ofrecer una mano amiga.

El martes, la Patrulla Fronteriza de EEUU dejó en libertad condicional a más de 1.000 inmigrantes, lo que creó una «tormenta perfecta» con el aumento del número de migrantes. ¿Por qué ocurre?

Los refugios sin fines de lucro no tienen suficientes camas ni voluntarios, y una repentina oleada de llegadas de venezolanos, que no son elegibles para la expulsión, ha llevado a las liberaciones de los centros de procesamiento.

Los funcionarios, sin embargo, están tratando de aliviar la presión sacando a migrantes de la ciudad lo antes posible. Este lunes, otorgaron a una compañía de autobuses un contrato de 2 millones de dólares, y el martes ya había personal de la Oficina de Manejo de Emergencias en Overland Street reclutando inmigrantes para el próximo autobús a la ciudad de Nueva York.

Pero al menos un experto fronterizo cree que se necesitará más, ya que es probable que el corredor de El Paso, Texas-Juárez, México, experimente aún más migración en los próximos meses.

“Absolutamente va a continuar. Va a empeorar antes de mejorar”, dijo Victor M. Manjarrez Jr., director del Centro de Derecho y Comportamiento Humano de la Universidad de Texas en El Paso. “El flujo continúa y cuando no hay consecuencias, cuando hay éxito, vuelves a llamar a casa y la gente comienza a preguntar, ¿cómo replicamos eso?”.

-A dar lo mejor-

Luis Javier y su familia han estado viviendo en las calles de El Paso desde que fue liberado de la custodia de inmigración el lunes. “Nos dieron el papel y ahora vamos a dar lo mejor de nosotros en este país”.

Se fue de Venezuela por los bajos salarios y el favoritismo político. Él cree que no tuvo más remedio que irse, pero si tuviera que hacerlo de nuevo, no habría traído a sus hijos. “Esa selva (en Panamá) es terrible. Sufres hambre, ves gente muriendo a tu alrededor, escuchas de mujeres que fueron violadas. Incluso un joven de 25 años murió de un infarto. Debes estar en forma tanto mental como físicamente para lograrlo”, indicó.