Yaundé, Camerún | AFP | sábado 12/11/2022 – 06:06 UTC-3 | 669 palabras
Guy Bertrand había tenido un día agotador cuando se detuvo en un callejón de Yaundé, capital de Camerún, sacó su bolsita plástica de whisky y lo bebió de un sorbo.
«Me gusta algo fuerte», dice sentado detrás del volante.
A menudo son los camerunenses más pobres quienes consumen estas bebidas alcohólicas baratas conocidas como «whisky de bolsita», o simplemente bolsitas.
Su origen es dudoso y pueden ser tóxicas.
«Después de un día duro de trabajo, para embriagarnos rápidamente tomamos un atajo y bebemos bolsitas», admite el conductor de 26 años.
En septiembre de 2014, un decreto gubernamental prohibió la venta de licor de bolsita y dio a los productores dos años de plazo para vender sus últimas existencias.
Pero ocho años después, en Yaundé y la capital económica Duala, se ven por todas partes las bolsitas coloridas de las marcas Bullet, Fighter, Shoot y Shooter.
Cuelgan de los toldos de pequeños comercios y los vendedores ambulantes los ofrecen junto a la leche en polvo y los dulces.
El gobierno otorgó una moratoria tras otra desde 2014 para suspender el decreto.
Pero las bolsitas deberán salir de circulación para finales de este año, según una autoridad del ministerio de Industria que pidió no ser identificada.
– Siete cervezas o una bolsita –
Para Bertrand se trata de una ecuación sencilla. La cerveza local tiene 5% de alcohol, pero la bolsista marca King Arthur tiene 43%. «Es como siete cervezas y seis veces más barato», explica.
Con menos de dos meses antes del plazo para que entre a regir la prohibición, las ventas de bolsitas se disparan en las ciudades y el campo, en especial entre jóvenes y gente pobre.
En un suburbio del norte de Duala, trabajadores y taxistas de motocicletas, algunos de ellos muy jóvenes, beben un líquido blanco llamado «matango», un licor de palma mezclado con las bolsitas.
«Como que nos despierta», dijo uno de ellos.
Están conscientes del riesgo pero insisten en que el alcohol les ayuda a pasar el día.
Alphonse Ayissi Abena y un colega, ambos con chaquetas color naranja fluorescente, se encuentran en el céntrico mercado Mboppi con rótulos que dicen «el whisky de bolsita mata».
«Como no podemos frenar el suministro, intentamos promover la concientización», explicó Ayissi Abena, presidente de la Fundación de Consumidores de Camerún (FOCACO).
Pero Ebenezer Massing, un mototaxista de 23 años, no está interesado.
«Es peligroso pero te da fuerzas. Todo el mundo va a morir, yo lo bebo y voy a morir», declaró. «Si no lo bebo voy a morir(…) así que prefiero beber y morir».
Ciertamente no hay problema con las opciones, al menos por ahora. Ginebra, ron, vodka… supuestamente.
Una bolsita cuesta 100 a 150 francos camerunenses, o 15 a 23 centavos de euro (dólar).
En el distrito obrero de Ekoumdoum, en Yaundé, unas 20 personas se congregan a la sombra para conversar, en lo que llaman su «parlamento».
Las bolsitas abundan y la mayoría bebe.
«Cuando vamos a dormir todo el mundo está ebrio», se ríe Cedric.
Cerca de allí, dos ebrios comienzan a pelear, uno de ellos queda herido.
– «Tóxico» –
Estos destilados son «muy tóxicos para el cuerpo», advierte la gastroenteróloga Djomo Kopa, del hospital general de Duala.
«No sabemos la cantidad de alcohol en cada bolsita ni su fuerza o composición exacta porque generalmente es whisky adulterado», afirmó.
«La prohibición de 2014, que ha tenido incontables moratorias, prohíbe las bolsas plásticas de alcohol», señala Ayissi Abena.
Criticó especialmente el vacío legal creado por las numerosas moratorias, que permitieron a los productores evitar todos los controles sanitarios.
«No tienen ningún certificado de cumplimiento y usan mucho metanol», agregó.
El metanol es usado como un sustituto barato del etanol en las bebidas alcohólicas adulteradas de todo el mundo, en especial regiones pobres, y ha sido rechazado por la Organización Mundial de la Salud.
«La actitud del gobierno, que otorgó estos períodos de moratoria, es enfermiza», declaró el presidente de FOCACO.
Las autoridades no respondieron a la solicitud de un comentario para AFP.
AFP