El medio digital Armando.info revela que el reciente proceso de auditoría realizado por el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) del régimen fue una simulación. El 31 de julio, en medio de la crisis y las protestas nacionales, el dictador Nicolás Maduro solicitó al TSJ un “recurso contencioso electoral” ante las sospechas de fraude en las elecciones, lo que llevó a la creación de una auditoría que se ha revelado como una farsa.
“Eso fue una farsa completa”, sentencia una de las fuentes consultadas por https://t.co/r1sQRJB3qw sobre la supuesta auditoría realizada por el TSJ al material electoral del 28 de julio https://t.co/fkC2NE3yzg pic.twitter.com/X501hUF65x
— Armando.Info (@ArmandoInfo) September 8, 2024
El TSJ, dominado por el oficialismo, anunció el 10 de agosto que se abocaba al “peritaje de todo el material electoral de valor probatorio”. A pesar de las afirmaciones de la presidenta del TSJ y militante del PSUV, Caryslia Rodríguez, de que el peritaje se realizaba con “altos estándares técnicos y científicos”, las imágenes y videos difundidos mostraron un proceso lleno de irregularidades.
El 22 de agosto, Rodríguez proclamó que los resultados oficiales del Consejo Nacional Electoral (CNE) estaban respaldados por las actas de escrutinio y que había plena coincidencia con los registros del CNE. Sin embargo, la investigación de Armando.info revela que muchos de los supuestos peritos eran en realidad funcionarios del CNE y militantes del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), quienes no seguían los protocolos adecuados.
Los detalles del proceso, desde el vestuario de los “peritos” hasta la ocultación de códigos QR en las papeletas electorales, sugieren que la auditoría fue una mera puesta en escena diseñada para reforzar la versión oficial y evitar una verificación imparcial. Las imágenes y videos evitaron sistemáticamente mostrar detalles que pudieran contradecir las versiones oficiales y el proceso careció de la participación de todas las partes involucradas.
Una fuente anónima citada por Armando.info califica la auditoría como “una farsa completa”, destacando la ausencia de protocolos y la falta de transparencia en el proceso. La investigación sostiene que el procedimiento fue viciado desde su inicio y que no cumplió con los estándares necesarios para una revisión genuina y objetiva.