Este miércoles, el Vaticano dará inicio a los solemnes ritos fúnebres del Papa Francisco, fallecido a los 88 años, con la ceremonia de “traslación” de su cuerpo hacia la Basílica de San Pedro. La procesión comenzará tras un momento de oración presidido por el cardenal Kevin Joseph Farrell, actual camarlengo de la Santa Sede.
El recorrido fúnebre pasará por la plaza Santa Marta y la plaza de los Protomártires Romanos, cruzando el Arco de las Campanas antes de llegar a la plaza de San Pedro. Desde allí, el cuerpo será ingresado a la Basílica Vaticana por la puerta central.
En el Altar de la Confesión, bajo el majestuoso baldaquino de Bernini, el cardenal Farrell presidirá una Liturgia de la Palabra. Al finalizar, comenzará la visita pública de los fieles, aunque aún no se ha confirmado por cuánto tiempo estará expuesto el cuerpo del pontífice.
Siguiendo las nuevas disposiciones establecidas por el propio Francisco en la edición actualizada del Ordo Exsequiarum Romani Pontificis, el cuerpo será colocado en un único ataúd de madera con interior de zinc. Se expondrá de forma sencilla, sin un catafalco ni el tradicional báculo papal.
Asimismo, el Papa Francisco dispuso eliminar la antigua costumbre de los tres ataúdes: de ciprés, plomo y roble. Tras el funeral, el féretro será trasladado a la Basílica de Santa María la Mayor para su sepultura.
En su testamento, el pontífice argentino pidió un entierro austero:
“Solicito que mi sepulcro sea preparado en el nicho de la nave lateral entre la Capilla Paulina (Capilla de la Salus Populi Romani) y la Capilla Sforza de la citada Basílica Papal. Debe estar en la tierra; sencillo, sin decoración particular y con la única inscripción: Franciscus”.
Con estas decisiones, Francisco marca también en su muerte una huella de humildad y sencillez, coherente con el estilo pastoral que lo caracterizó durante todo su pontificado.