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Alberto Paniz- Mondolfi: El médico venezolano que investiga el síndrome inflamatorio que deja el COVID-19

El COVID-19 ha tomado por sorpresa a doctores y profesionales médicos, pero Alberto Paniz-Mondolfi no fue uno de ellos.

Para Paniz – Mondolfi, no fue una sorpresa cuando unos pocos niños contagiados empezaron a presentar síntomas inflamatorios raros y generalizados. Ha pasado años combatiendo epidemias en Sudamérica y conoce el modo en que se propagan los patógenos y lo que son capaces de hacer.

“Cuando te enfrentas a estos bichos, como que desarrollas un instinto”, dijo. “Es como si pudieras olerlos”.

Siendo un médico con doctorado, es profesor asistente de patología y medicina molecular y celular en la Facultad Icahn de Medicina del hospital Mount Sinai, quien le ha tocado enfrentar algunas de las enfermedades infecciosas más terribles del hemisferio occcidental.

Luego de abandonar su país, Venezuela, pensó que sus batallas contra contagios misteriosos iban a amainar, al menos un poco.

Ahora se encuentra intentando resolver un «urgente y problemático misterio» del COVID-19, guiándose por las pistas de sus encuentros infecciosos del pasado: ¿Por qué el coronavirus, que casi no ataca a los niños, enferma mucho mucho a un pequeño grupo de ellos? ¿Y por qué motivo esos niños son frecuentemente negros o latinos, como él?. 

Sobre el venezolano Alberto Paniz-Mondolfi

Paniz-Mondolfi, de 43 años, padre de dos hijos, nació en Venezuela, pero pasó la mitad de su infancia entre ese país y Kenia, donde su padre, biólogo, fue embajador.

Su amor por los virus surgió en parte por la inspiración de un safari a la cueva Kitum en el Parque Nacional del Monte Elgon en Kenia en los años ochenta.

Durante la visita, su abuelo le dijo que, varios años antes, los murciélagos habían infectado a los turistas con el virus Marburg, un pariente del virus del Ébola. Había ido con la esperanza de ver elefantes pero se fue fascinado por el universo microbiano.

Paniz Mandolfi, de madre pediatra y sobrino de dos médicos muy reconocidos en Venezuela, quería algo más que una carrera en medicina clínica. Al crecer también quiso estudiar las enfermedades infecciosas. Durante sus estudios de doctorado en Venezuela, Paniz-Mondolfi trabajó con un científico venezolano, Jacinto Convit, pionero en la investigación de la lepra.

Después de obtener una maestría en parasitología y enfermedades tropicales en 2006, hizo estancias en todo el mundo en microbiología, genética molecular y enfermedades de la piel así como una segunda residencia en patología en Estados Unidos. En ese tiempo se aisló y describió una nueva especie de parásitos que infectaron a un hombre en el Bronx, así como una nueva micobacteria que enfermó a dos residentes de Connecticut.

Luego, el especialista volvió a Venezuela donde estudió y atendió a pacientes con enfermedades como dengue, fiebre chikunguña, enfermedad de Chagas y virus guanarito, una fiebre hemorrágica misteriosa que mata a casi una tercera parte de las personas que se contagian.

En 2018, Paniz-Mondolfi y su equipo estuvieron entre los primeros en Venezuela en identificar el virus Madariaga, un patógeno transmitido por mosquitos que puede causar infecciones cerebrales mortales.

El doctor Gustavo Benaim, biólogo en la Universidad Central de Venezuela y exasesor de Paniz-Mondolfi durante sus estudios de doctorado, lo describió como un “intrépido cazador de virus”. Y dijo: “Es un extraordinario microbiólogo y médico clínico”.

Paniz-Mondolfi expresó que quedó fascinado por los efectos persistentes de algunos virus, especialmente en los niños.

El llano occidental de Venezuela, donde vivía, es un epicentro del dengue y la enfermedad de Kawasaki, un síndrome inflamatorio infantil que puede causar complicaciones cardíacas.

Desde hace mucho tiempo, Paniz-Mondolfi sospecha que existe un vínculo entre ambos.

El dengue se transmite por mosquitos y el médico venezolano sabía que los diagnósticos de Kawasaki alcanzaron su auge en el país en la época en que los mosquitos proliferaban. También sabía que la enfermedad de Kawasaki a veces va precedida de infecciones graves. Con base en esas características, él y sus colegas argumentaron en un artículo publicado el mes pasado que el dengue probablemente conduce a la enfermedad de Kawasaki en algunos niños venezolanos.

A pesar de su espeluznante profesión, Paniz-Mondolfi es simpático y alegre. Se refiere a los virus con los que trabaja como si fueran sus camaradas; el dengue es “un viejo amigo” al que solía ver “todos los días”.

A pesar de los apodos informales, Paniz-Mondolfi se obsesiona con cada microorganismo y sus peculiaridades. No solo quiere domarlos para salvar a sus pacientes, sino que también quiere comprenderlos a profundidad para predecir sus próximos movimientos.