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Cardenal dice que obispo detenido en Nicaragua está «muy bien de salud»

El cardenal nicaragüense Leopoldo Brenes afirmó este domingo que el obispo Rolando Álvarez, bajo arresto domiciliario desde agosto, «está muy bien de salud» y que la Iglesia no pierde la «esperanza» de encontrar una solución para otros religiosos también detenidos.

Álvarez «de salud está muy bien, espiritualmente muy bien. Él dice que mira estas cosas como un momento de su historia, un momento del espíritu y él piensa que algo de manera personal va a sacar de todo» esto, declaró a la AFP Brenes, también arzobispo de Managua, antes de presidir una misa en la Catedral capitalina.

Obispo del norteño departamento de Matagalpa y fuerte crítico del gobierno socialista de Daniel Ortega, Álvarez fue trasladado el pasado 19 de agosto por la policía a Managua y confinado en una residencia familiar.

Miembro de la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN), es investigado por intentar «desestabilizar el país, en medio de las tensas relaciones que existen entre la iglesia y el gobierno desde las protestas opositoras del 2018.

Su detención ocurrió dos semanas después de que la policía sitiara su curia en Matagalpa, donde permaneció encerrado junto a otras personas, entre ellos seis religiosos que ahora están también presos en Managua.

Brenes, quien recientemente viajó al Vaticano, dijo que ha visitado «varias veces» al obispo Álvarez y que el Vaticano continúa buscando una salida a la crisis que enfrentan con el gobierno.

«El (papa Francisco) nos dijo que debíamos tener esperanza», consultado sobre la situación de los religiosos nicaragüenses.

En cuanto a la posibilidad de un acercamiento con el gobierno, Brenes dijo que «la Santa Sede está haciendo sus gestiones» sin mucha divulgación, subrayó.

Admitió que el gobierno ha negado el ingreso al país a algunos sacerdotes, pero que la iglesia sigue trabajando.

Reconoció además que la iglesia enfrenta dificultades económicas, razón por la cual han solicitado la colaboración de la comunidad para costear algunos gastos.

El gobierno sostiene que las protestas opositoras del 2018 fueron parte de un fallido golpe de estado promovido por Estados Unidos, en el cual los obispos fueron cómplices.

La iglesia está «siendo asediada terriblemente(..) es triste la situación», comentó Arelis Silva, de 38 años, presente en la misa.

Los sacerdotes «son perseguidos porque la iglesia católica siempre ha sido un bastión de fe, de comunión y de paz, y eso no le gusta a este gobierno, porque ellos creen que le están quitando sus adeptos», opinó por su lado otro fiel, Ángel Pérez, de 56 años.

AFP