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+DATOS | Rodolfo Hernández, el «outsider» millonario contra Gustavo Petro, el «rebelde» de varias causas

Rodolfo Hernández, el «outsider» millonario de Colombia

Nació en el municipio de Piedecuesta, a 14 km de Bucaramanga, y es ingeniero civil de la Universidad Nacional.

Junto con los comerciantes Guillermo Gómez Serrano y Abelardo Serrano, fundó la empresa constructora H.G (Hernández Gómez y Cía. Ltda.), llevando a cabo obras en Piedecuesta, Floridablanca y Bucaramanga.

Actualmente, conocido por ser uno de los contendores políticos más fuertes en la carrera por suceder a Iván Duque en la jefatura del Estado colombiano y el sorprendente político que llegó a la segunda vuelta.

Hernández ha construido buena parte de su vida pública y política en el gremio empresarial, pues no solo es ingeniero civil y posee una fortuna que sobrepasa los 100 millones de dólares —unos 400.000 millones de pesos colombianos., gracias a la Constructora HG.

El político de 76 años de edad no siempre ha sido de los hombres más acaudalados de la tierra del café y el aguardiente.

Sus orígenes son humildes, pues viene de una familia campesina liderada por sus progenitores, Luis Jesús Hernández y Cecilia Suárez. Es más, la Ingeniería Civil que cursó, y que saca a relucir en cuanta ocasión puede, la estudió en la Universidad Nacional de Colombia, una de las academias públicas más reconocidas del país.

No obstante, su fortuna la amasó, no desde la chequera del erario público, sino con la ayuda de los más pobres, como él mismo lo ha ratificado en entrevistas, discursos e intervenciones en redes sociales. El ingeniero ideó su llamado ‘Plan 100′, con el que le prestaba plata a las familias más necesitadas para que lograran adquirir sus viviendas de interés social y, tal parece, no le fue nada mal.

Inclusive, el éxito financiero de Rodolfo Hernández ha sido tal que asegura que, de convertirse en el próximo presidente de Colombia, donará su salario, que está a punto de llegar a los 35 salarios mínimos legales vigentes en el país, porque sencillamente no necesita esa suma monetaria.
Su llegada a la Alcaldía de Bucaramanga se podría decir que fue un capricho, dado que nadie apostaba con que Hernández ganara las elecciones. Ni él mismo. Y no es mentira. Cuando se anunció al vencedor, él estaba fuera del país y recibió la noticia por redes sociales.

No obstante, la Registraduría confirmó lo que, para varios analistas, era un hito: el candidato del entonces movimiento ciudadano ‘Lógica, ‘Ética y Estética’ se convertía en el próximo dirigente de la capital de las hormigas culonas para el período 2016-2019 al obtener poco más de 77.000 votos. Cabe anotar que venció a su contrincante más cercano por escasos cinco mil sufragios.

Su paso por la administración bumanguesa lo lanzó a la esfera pública y desde allí causó furor en su país, no solo porque conectó con miles de ciudadanos por su particular personalidad, sino también porque causó varias polémicas que hoy lo siguen persiguiendo en su deseo por ser jefe de Estado: cacheteó al concejal Jhon Claro en su despacho y es investigado por el caso de presunta corrupción de Vitalogic, donde habría dado, presuntamente, algunas dádivas para que su administración le entregara un contrato a dicha empresa.

Gustavo Petro, el «rebelde» que buscaría quebrar la historia en Colombia

Todavía a sus 62 años, Gustavo Petro se ve así mismo como un «revolucionario» de varias causas. De anteojos y verbo encendido, luchó primero contra el Estado y ahora busca, en democracia, derrotar a las élites e instalar por primera vez a la izquierda en el poder en Colombia.

Petro es un político obstinado que aspira en su tercer y definitivo intento llegar a la presidencia. Todas las encuestas lo dan como vencedor este domingo, aunque en principio deberá ir a un balotaje.

El senador y exalcalde de Bogotá se siente llamado a cambiar nada menos que una «historia de 200 años». Así lo ha repetido en la plaza pública. «Dar discursos es hoy en día parte de mi talante», escribió en su autobiografía «Una vida, muchas vidas».

Nacido en una familia de clase media, de padre conservador y madre liberal, y educado por sacerdotes lasallistas, levantó las banderas del cambio y de la ruptura con las fuerzas que tradicionalmente han gobernado Colombia.

Su ascenso asusta a sectores conservadores, a los ganaderos y a una parte del empresariado y los militares, que temen que su gobierno sea un «salto al vacío».

A otros, más moderados, les repele su mesianismo. «Él se cree predestinado (…) la única persona que puede salvar a Colombia», resumió una fuente próxima que habló bajo reserva al portal independiente La Silla Vacía.

Antisistema, Petro se describe como progresista antes que izquierdista, en un intento por evitar que lo asocien con una corriente que causa repudio en un país con las guerrillas marxistas en el centro de un conflicto de seis décadas.

Pero su pasado en la lucha armada lo persigue y es el caballo de batalla de sus adversarios. Por 12 años se rebeló contra el Estado que ahora pretende reformar de fondo. Hoy las armas oficiales lo protegen.

Varias veces amenazado de muerte y forzado a un exilio de tres años en Europa, Petro es el candidato más protegido en esta contienda. En los últimos mitines se le vio prácticamente blindado con chaleco antibalas y escudos a su alrededor, y al menos 20 guardaespaldas en tarima.

En febrero, este economista confesó a la AFP su miedo de que lo mataran. No ha sido la primera vez que ha temido por su vida.

– Guerrero mediocre –

Petro militó en el M-19, una guerrilla nacionalista de origen urbano que firmó la paz en 1990.

Según él, se rebeló en rechazo al golpe militar en Chile de 1973 y un supuesto «fraude electoral» en Colombia por los mismos años contra un partido popular.

Ferviente admirador del nobel Gabriel García Márquez, en la clandestinidad adoptó el nombre de Aureliano, en homenaje al personaje de «Cien Años de Soledad». Fue detenido y torturado por militares, y estuvo preso durante año y medio. Siempre fue un combatiente «mediocre», según sus antiguos compañeros de armas.

En su libro lo resalta: «Nunca sentí, a diferencia de muchos de mis compañeros, una vocación militar (…) yo quería era hacer la revolución».

Desde entonces se presenta como un «revolucionario» de varias causas pero alejado del marxismo. Su «opción preferencial por los pobres», sostiene, proviene de la teología de la liberación.

El candidato por el Pacto Histórico ha hecho suya la defensa del medio ambiente. Plantea frenar la exploración del petróleo (cuyas ventas representan el 4% del PIB) en una «transición» hacia energías limpias, expandir la producción de alimentos, reformar las normas para los ascensos dentro de las Fuerzas Militares que considera clasistas, entre otros cambios.

De llegar al poder, los militares deberán jurar lealtad a este exguerrillero que se comprometió a reiniciar diálogos de paz con el Ejército de Liberación Nacional (ELN).

– Impetuoso –

Después de firmar la paz, Petro llegó al Congreso y más adelante a la alcaldía de Bogotá en 2012-2015.

Como parlamentario se destacó por las denuncias sobre los nexos de políticos con los sangrientos paramilitares de ultraderecha, pero como alcalde ganó fama de autoritario y mal administrador por su caótico plan para que la empresa pública se ocupará de la recolección de basuras, entonces en manos de privados.

Daniel García-Peña, asesor de Petro en la época y quien se alejó de él por su «despotismo», aún recuerda sus «dificultades para trabajar en equipo» si bien reconoce su conocimiento del país e inteligencia.

Tiene «un temperamento muy impetuoso y autoritario, y cuando se empeñaba en sacar adelante sus propuestas (…) no supo concitar y convocar a los diferentes sectores para ponerlos en práctica. Cazó muchas peleas al mismo tiempo y ese generó mucha frustración en las metas que él mismo se había trazado», comentó a la AFP el también profesor universitario.

Petro está casado con Verónica Alcócer y tiene seis hijos.