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La brutal máquina represiva en Venezuela en la editorial de The Washington Post

“Los dolores de Venezuela bajo el gobierno de Nicolás Maduro y su mentor Hugo Chávez son evidentes para que todos los vean: años de grave declive económico, ruptura de la democracia y un éxodo épico fuera del país. Ahora vienen los detalles de cómo Maduro ha dirigido personalmente a los brutales servicios de seguridad para silenciar la disidencia”.

Así, contundente, comienza el editorial del 29 de septiembre de The Washington Post, que muestra cómo Nicolás Maduro ha dirigido personalmente a los brutales servicios de seguridad para silenciar a la oposición.

El tercer informe publicado por una misión internacional de investigación creada por el Consejo de Derechos Humanos de la ONU concluye, junto con los anteriores del 2020 y del 2021, que el régimen de Nicolás Maduro cometió crímenes de lesa humanidad en un “ataque generalizado y sistemático dirigido contra un civil”, con el resultado de que “la disidencia política ha sido aplastada en gran medida”.

Como resume el Post, estos informes, basados en 471 entrevistas, “brindan una imagen espeluznante del estado policial de Maduro”. Entre los tormentos y castigos que figuran en los reportes están: “Fuertes palizas con bates y objetos punzocortantes; descargas eléctricas en partes sensibles del cuerpo; asfixia con sustancias tóxicas y agua; cortes y mutilaciones incluso en la planta de los pies y debajo de las uñas… violación con objetos; golpes y descargas eléctricas en los genitales; iluminación constante u oscuridad constante; calor extremo o frío extremo; alimentación forzada de heces y vómito; y amenazas de muerte y amenazas de violación a las víctimas y sus familiares”.

El nuevo informe del Consejo de Derechos Humanos de la ONU acusa directamente a la Dirección General de Contrainteligencia Militar (DGCIM), y al Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (SEBIN). Los “crímenes y violaciones” cometidos por estas agencias, concluye el panel, “fueron de particular crueldad” contra los detenidos indefensos. Nadie en estas agencias ha sido investigado por los crímenes, dice el informe, y “el daño que [las víctimas] sufrieron sigue sin abordarse”.

Pero, ¿quién es el verdadero responsable? El mismísimo Nicolás Maduro, quien “da órdenes directas” al titular de la DGCIM, personalmente o por teléfono -pero nunca por escrito. Además, las órdenes al SEBIN “vinieron directamente del propio presidente Maduro”, reza el informe.

Y, en algunos casos, según reveló un alto funcionario, cuando un objetivo estaba bajo vigilancia del SEBIN, “el presidente Maduro quería saber qué estaba haciendo la persona las 24 horas del día, por lo que el Director General le enviaba información cada dos horas”.

Por lo tanto, Maduro y sus altos funcionarios “se destacan como los principales artífices en el diseño, implementación y mantenimiento de una maquinaria al servicio de la represión de la disidencia”, concluye el informe de la ONU.

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