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¡NO PARAN! Migrantes siguen hacia la frontera sur de EE.UU.

Foto: AFP / Referencial

Durante semanas, Solangel Contreras recorrió cientos de kilómetros. La migrante venezolana y su familia de 22 miembros atravesaron las densas selvas de la región del Darién y pasaron por las fronteras de América Central.

Se unieron a miles de migrantes de todo el hemisferio en una carrera para llegar a la frontera entre México y Estados Unidos y solicitar asilo.

Caminaban y corrían sin saber lo que el cambio de las normas migratorias y el fin de las restricciones fronterizas implementadas en la pandemia de coronavirus, conocidas como Título 42, significarían para sus posibilidades de una nueva vida en Estados Unidos.

Pero después de eludir el Darién, sufrir un robo en Guatemala y cruzar a México poco después de que el programa terminara el jueves por la noche, Contreras, de 33 años, sólo tenía una certeza en su mente: Seguir caminando.

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La confusión se ha extendido desde la frontera entre Estados Unidos y México hasta las diversas rutas migratorias que cruzan todo el continente americano: los migrantes luchan por entender las complejas y siempre cambiantes políticas estadounidenses. Y aunque el Título 42 ha llegado a su fin, el flujo de migrantes hacia el norte no.

Desde los sistemas montañosos y selvas de América Central hasta los techos de trenes que atraviesan México, migrantes procedentes de Venezuela, Cuba, Haití, Colombia, Nicaragua, Ecuador y otras partes siguen adelante con sus viajes.

El problema, según los expertos, es que mientras las leyes migratorias cambian, las causas que empujan a la gente a huir de sus países en cifras récord no hacen más que prolongarse.

“No parece que esto vaya a frenar los factores de empuje o atracción de la migración desde Centroamérica, Sudamérica y otras partes del mundo”, opina Falko Ernst, analista principal de International Crisis Group en México. “Los incentivos para que la gente huya y busque refugio en lugares más seguros en Estados Unidos siguen vigentes”.

Para Contreras, ese impulso llegó después de que su hermano fuera asesinado en Ecuador por no pagar extorsiones a un grupo delictivo. La familia había estado viviendo en una pequeña ciudad costera del sur tras huir de la crisis económica en Venezuela dos años antes.

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