A las seis de la tarde, como estaba previsto, se corta la luz. Las conversaciones de los clientes del restaurante de Kiev continúan como si nada a pesar de la oscuridad. La camarera lleva los platos con la ayuda de la luz de su teléfono celular, distribuyendo velas y sonrisas hasta que el generador arranca.
El ambiente, como en los otros establecimientos de la ciudad -tamizados a la romántica luz de las velas-, no tiene nada de siniestro. Por el contrario, los clientes del lujoso «Supra» están encantados de encontrar en el barrio, repentinamente sumergido en la oscuridad, este halo de calidez, luz y accesoriamente la wifi en una ciudad donde ahora es de noche a las 16H00.
«Para comer o trabajar, hay que migrar a diferentes lugares de la ciudad y encontrar lugares con electricidad», explica Alina Hermash, de 36 años, empleada en las nuevas tecnologías, que tiene su «lista» de cafés donde instalarse con su computadora portátil.
Los cortes de electricidad en la capital ucraniana, programados por tramos y sectores, son diarios desde hace más de dos semanas.
Después de una ola de ataques rusos coordinados sobre las instalaciones energéticas del país, permiten -mientras se esperan las reparaciones- aliviar una red bajo tensión.
En «Supra», se reorganizó un menú para satisfacer a los clientes, explicando las nuevas exigencias en la cocina. Hay tres secciones: platos sin electricidad, platos al generador -que simplemente requieren ser calentados- y una última para las bebidas.
«Buscamos constantemente maneras de salir adelante y de hacer feliz a la gente, porque la situación es muy difícil y los pequeños detalles, como tener café caliente, incluso si es café de filtro, cuentan», explica a la AFP la gerenta del restaurante, Valeria Mamycheva.
– Cadena de frío –
En Kiev, un toque de queda sigue en vigor a las 23H00, pero la mayoría de los restaurantes cierran a las 21H00, para poder ordenar y para que los empleados tomen el último transporte público.
Muchos supermercados de la capital también tuvieron que encontrar sistemas de aislamiento para mantener la cadena de frío. Pequeños puestos callejeros, con velas o linternas, aparecieron en las carreras para compras de último momento.
No todos los restaurantes y comercios de la ciudad pueden equiparse con generadores, ya sea por el ruido infernal que generan o debido al precio de la gasolina que asfixia márgenes ya muy reducidos.
Sin generador, la pizzería «1708», en un barrio popular de Kiev, ya no puede servir a las familias que esperaban llevar pizzas calientes a sus hogares durante el corte de luz.
«El horno funciona con electricidad, no con leña, por lo tanto no se puede trabajar», explica la propietaria, Ilona, a la luz de una lámpara led que ilumina la cocina donde sus empleados avanzan en los preparativos, mientras esperan el regreso de la corriente.
Al acercarse el invierno, el alcalde de la capital, Vitali Klitschko, dijo que preveía «el peor» escenario en caso de nuevos ataques en los sitios energéticos.
«No habrá electricidad, ni agua ni calefacción», afirma.
Desde esta perspectiva, Roman Khandys ya revisó todo el plan para que su bar de cócteles puede seguir funcionando, con o sin electricidad.
«Si el corte cae en el inicio del servicio, se cambia la hora de apertura. Si es a mediodía, entonces nos ocuparemos de la preparación de los productos o bien de la limpieza», explica confiado delante de sus botellas de whisky de color ámbar, iluminadas a la luz de las velas.
AFP