José Gregorio Brito, conserje de un pequeño edificio comercial en Caracas, no reacciona con optimismo a los recientes informes que pronostican el crecimiento de la economía de su país.
“Aquí no hay recuperación. Aquí lo que está es la gente viendo cómo hace para llevarse un pan a su casa”, asegura Brito desde la capital a la Voz de América.
A principios de octubre, la firma inglesa de inteligencia financiera Grupo EMFI pronosticó un crecimiento del 6,2% en la economía de Venezuela por el “efecto base” relacionado con el COVID-19, la continua dolarización, la liberalización financiera y el aumento de las exportaciones petroleras en el país suramericano.
El banco de inversión Credit Suisse reportó días luego que el crecimiento del PIB esperado en Venezuela este año es de 5,5 puntos, advirtiendo “el efecto positivo” de los altos precios del petróleo y el uso generalizado de divisas.
Pero venezolanos como Brito, de unos 50 años, advierten que su vida no es como hace años, cuando su salario le alcanzaba para pagar servicios básicos, como la electricidad, o comprar alimentos, dice. “Ganaba poco, pero te rendía. Ahora, cada vez, te suben un poquito el sueldo, pero te suben la comida”.
Un grupo de economistas consultados por la VOA opina igual, que los escenarios de crecimiento son “demasiado optimistas” y recomiendan evaluarlos dentro del fenómeno de pauperización de la población desde 2013.
Aldo Contreras, economista y docente de la Universidad Católica del Táchira, comenta que el único crecimiento “real” resulta de la comparación de este año con el anterior, donde se vivieron los primeros efectos globales de pandemia.
“Si comparas con hace tres o cuatro años, como debe ser, realmente no estamos ni siquiera al 10% de lo que debiéramos estar. Hacer un comparativo con un año de pandemia es demasiado optimista. Es una economía que ha reducido 10 veces su tamaño. Era de 462.000 millones de dólares y este año llegará a ser de 42.000 millones de dólares”, expone en conversación con la VOA.
Contreras admite que pueden existir algunas mejoras microeconómicas, si bien todavía “hay grandes temas” que solventar, como la hiperinflación, para observar un crecimiento de sectores como construcción, turismo y financiero, que se han reducido entre 70 y 93 puntos porcentuales desde hace siete años.
“En 2022, el tema de la hiperinflación pudiera quedar atrás, pero queda tiempo para lograr una inflación moderada, de dos dígitos”, complementa.
Caída muy profunda
El economista y socio director de la firma Ecoanalítica, Alejandro Grisanti, subraya que existe un consenso entre sus colegas sobre “las caídas profundas” del Producto Interino Bruto de Venezuela en los últimos siete años, lo que considera vital para analizar cualquier diagnóstico reciente de crecimiento.
Luego de ese desplome, indica, es previsible “un punto de inflexión” en dos escenarios: uno con una recuperación este mismo año; y, un segundo, donde 2021 cierre con “una pequeña caída” y 2022 tenga “una pequeña recuperación”.
Considera que proyecciones como las de EMFI y Credit Suisse solo reflejan el aplanamiento de la “caída muy profunda” dentro de la economía venezolana.
“Pareciera que nos estamos estabilizando en la miseria. Hemos perdido casi 80% de lo que producíamos. Venezuela es una quinta parte de lo que era en 2012. Que las cifras no nos llamen a engaño: cuando eres tan pequeño, crecer un 5% (en comparación con 2020) es poco”, concluye en conversación con la VOA.
A mediados de este mes, el presidente Nicolás Maduro dijo que la economía venezolana había dado su “primer paso de crecimiento real” este año e hizo votos por la reversión de un modelo nacional importador a otro exportador.
A diferencia de EMFI y Credit Suisse, un informe del Fondo Monetario Internacional reveló que Venezuela experimentará un decrecimiento de cinco puntos en su economía en 2021 y de tres puntos el próximo año.
De «muy malo» a «malo»
“Ojalá fuera así”, como lo dibujan EMFI y Credit Suisse, “pero yo no logro ver eso”, manifiesta Dulce María Zabala, una ama de casa venezolana, de 63 años, al consultarle si percibe o no una mejoría económica en su nación.
Esa recuperación no se ve en el día a día, opina. “Eso es para lo que tienen, para los que tienen entrada de dólares, pero no para el que más lo necesita”.
Henkel García, analista financiero y socio director de la firma Econométrica, recalca, por su parte, que las proyecciones de crecimiento en Venezuela se hacen tras comparar lo vivido este año con el anterior, el de la pandemia.
“El segundo trimestre del año pasado fue malísimo para la economía, casi parada por completo. El año pasado, como algo adicional, había escasez de gasolina prácticamente absoluta. Fueron tiempos muy duros. Si comparas un año extremadamente malo con este año, sí, es malo, pero no tan malo. Tener crecimiento es algo que no sorprende para nada”, dice a la VOA.
Grisanti, a su vez, advierte que a Venezuela le tomaría hasta 35 años recuperar el efecto de desplome que sufrió su economía entre 2013 y 2020 según el ritmo de crecimiento que firmas internacionales proyectan para 2021.
Considera que un cambio económico en Venezuela depende necesariamente de una modificación del status quo político. “Las mismas personas que destruyeron a Venezuela no van a ser el mismo equipo capaz de construirla”, afirma.
Zabala, la ama de casa, no descarta que el país pueda recuperarse en “algún momento”, pero insiste en que, por los momentos, “eso está bien lejos”.
“Uno compra limitado porque ciertas cosas no se pueden. Uno lo que compra es para comer prácticamente, tener para el pasaje (del transporte público), si uno lo necesita. No se puede comprar gran cosa”, dice, con frustración.
Con información de Voz de América