Un terremoto de magnitud 7,6, el más fuerte en la región en los últimos cuatro años, sacudió la noche del sábado 8 de febrero el mar al norte de Honduras. Inicialmente, se emitió una advertencia de tsunami para Cuba, Honduras y las Islas Caimán, pero esta fue cancelada poco después.
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El Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS) registró el sismo con una magnitud de 7,6 a una profundidad de 10 kilómetros, mientras que el Centro Alemán de Investigación de Geociencias reportó una magnitud de 7,5.
El Sistema de Alerta de Tsunamis de Estados Unidos había pronosticado inicialmente olas de hasta 3 metros en Cuba y entre 0,3 y 1 metro en Honduras y las Islas Caimán. También emitió avisos para Puerto Rico y las Islas Vírgenes, que luego fueron retirados tras determinar que la amenaza había pasado.
El terremoto ocurrió en el borde de la Placa del Caribe, una zona tectónica activa que ha sido responsable de sismos destructivos en la región, como los de Haití en 2010 y 2021. Esta placa, que se desplaza hacia el sureste, limita con las placas de América del Norte, América del Sur, Nazca y Cocos, y su actividad ha generado deformaciones geológicas, incluyendo la elevación de varias islas del Caribe.