A lo largo de la frontera sur de Estados Unidos, dos ciudades —El Paso, Texas, y Ciudad Juárez, México— se alistaban el domingo para la llegada de hasta 5.000 migrantes más al día una vez que concluyan las restricciones migratorias relacionadas con la pandemia en los próximos días, poniendo en marcha planes para brindar albergue de emergencia, alimentos y otros servicios básicos.
Del lado mexicano de la frontera internacional, sólo quedaban montones de ropa usada, zapatos y mochilas en la mañana en las márgenes del río Bravo (Grande), donde hasta hace un par de días cientos de personas hacían fila para entregarse a las autoridades estadounidenses. Un joven ecuatoriano observaba indeciso desde el lado mexicano; les preguntó a dos periodistas si sabían algo de lo que le pasaría si se entregaba sin tener un patrocinador en Estados Unidos, y luego se quitó cautelosamente los zapatos y calcetines y empezó a caminar por el agua poco profunda.
Del lado estadounidense, junto a una pequeña valla resguardada por varios vehículos de la Patrulla Fronteriza, se sumó a una fila de una decena de personas que esperaban a la llegada de los agentes federales.
Ricardo Samaniego, juez del condado El Paso, dijo el domingo a The Associated Press que la región, en donde se encuentra uno de los cruces fronterizos de mayor actividad en el país, estaba coordinando labores de albergue y reubicación con organizaciones no gubernamentales y con otras ciudades. También solicitó al gobierno estatal y federal el envío de ayuda humanitaria en un momento en que se prepara para una oleada masiva de nuevos migrantes a partir del miércoles, cuando se tiene programado el fin de la medida de salud pública Título 42.
Esa regla ha sido utilizada para disuadir a más de 2,5 millones de migrantes a cruzar la frontera desde marzo de 2020.
En un albergue para migrantes a poca distancia del río, en un vecindario pobre de Ciudad Juárez, Carmen Aros, de 31 años, no sabía mucho sobre las políticas de Estados Unidos. De hecho, dijo que había escuchado que la frontera podría cerrar el 21 de diciembre.
Hace un mes huyó de la violencia de los cárteles del narcotráfico en el estado mexicano de Zacatecas, poco tiempo después del nacimiento de su quinta hija y de que su esposo desapareciera. El pastor metodista que dirige el albergue del Buen Samaritano la anotó en una lista para que recibiera un permiso condicional humanitario en Estados Unidos, y cada semana ella espera a que le llamen.
“Me dijeron que había asilo en Juarez… la verdad, yo no sabía mucho”, comentó sentada en una litera que comparte con las niñas. “Llegamos aquí … a ver si el gobierno americano va a resolver nuestro caso”.
En un enorme refugio a cargo del gobierno mexicano en lo que solía ser una fábrica en Ciudad Juárez, decenas de migrantes vieron el domingo la final de la Copa del Mundo de fútbol en dos televisiones mientras que un equipo de médicos que llegaron de El Paso atendían a muchos que padecían enfermedades respiratorias en medio de las bajas temperaturas.
Con información de Voz de América.