En su primera cumbre del Mercosur, el presidente argentino, Javier Milei, asumió la presidencia pro tempore del organismo con un discurso marcado por críticas al funcionamiento del bloque y una propuesta de giro hacia el libre comercio.
Desde Montevideo, Milei calificó al Mercosur como una estructura rígida que ha obstaculizado el desarrollo económico de sus miembros, señalando que las actuales restricciones comerciales afectan la competitividad y limitan el acceso a nuevos mercados internacionales.
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El mandatario cuestionó duramente el arancel externo común, al que describió como una barrera que encarece bienes importados esenciales, perjudica a las industrias locales y reduce la capacidad de integración comercial con otros países.
Según Milei, estas políticas han contribuido a la pérdida de relevancia del Mercosur en el comercio global, cuyo peso ha caído de 1,8 % a 1,6 % desde mediados de los años 90.
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El presidente también relativizó los avances en el acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea, afirmando que su implementación está lejos de concretarse. Asimismo, criticó las barreras para-arancelarias y las normativas internas, que, según él, han frenado tanto el comercio interno como las oportunidades de expansión global.
Durante su intervención, Milei recordó el rechazo de la propuesta del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) a principios de los 2000, calificándolo como un error estratégico que aisló a la región de un ciclo de integración comercial crucial. Comparó la situación del Mercosur con la de países como Chile y Perú, que, al adoptar modelos más abiertos, han logrado insertarse con éxito en los mercados globales.
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Como parte de sus propuestas, el presidente argentino abogó por flexibilizar las normativas del bloque y facilitar acuerdos bilaterales que permitan a los miembros comerciar sin restricciones. Sin embargo, esta visión podría generar tensiones con Brasil, cuyo gobierno se inclina hacia políticas proteccionistas.