Con la llegada de la Revolución Cubana, el régimen instauró una campaña nacional de alfabetización que incluyó el cierre de colegios privados. La intención era clara: sembrar su ideología comunista en los niños. Esto generó una reacción inmediata en la sociedad: los padres no querían que sus hijos fueran adoctrinados. Fue en este contexto que nació la Operación “Peter Pan”, organizada por la Iglesia Católica, el gobierno de los Estados Unidos y líderes de la sociedad civil cubana. Este plan, llevado a cabo en secreto, se convirtió en un acto de amor, sacrificio y resistencia.
La Iglesia Católica, con apoyo del gobierno americano, tramitaba visas para que los niños viajaran a estudiar fuera de Cuba. Los padres, enfrentando la realidad de una patria que ya no era libre, decidieron enviarlos lejos del comunismo. El plan inicial era que estos niños se reencontrarían con sus familias en cuestión de meses en “La Tierra de Nunca Jamás” —nombre en clave para Miami—. Sin embargo, esa promesa se rompió en muchos casos. Durante los casi tres años que duró la operación, más de 14,000 niños escaparon del comunismo, pero para muchos, el reencuentro con sus padres tardó años o nunca llegó.
Al llegar a Miami, los niños eran recibidos por la Iglesia Católica y el gobierno de los Estados Unidos. Eran ubicados en casas de familias y orfanatos mientras esperaban el reencuentro con sus seres queridos. No podían entender por qué sus padres no estaban allí, esperándolos en el aeropuerto. Muchos de ellos nunca supieron que sus padres pasaron años como presos políticos, sufriendo la persecución y la tortura de un régimen opresor.
Hoy, esos “Peter Panes” son abuelos. Al ver crecer a sus propios hijos, han comprendido la magnitud del sacrificio de sus padres, que entregaron todo para que ellos pudieran crecer en libertad. Aunque hoy son ciudadanos americanos, “nunca jamás” dejaron de ser cubanos. Muchos de ellos se convirtieron en figuras influyentes en América: En Política Tomás Regalado, talentosos artistas como Willy Chirinos, Lissette Álvarez y Marisela Verena, hasta el empresario Mike Bezos cofundador de Amazon, son solo algunos ejemplos del impacto que han tenido.
Pero el Capitán Garfio y sus piratas no han desaparecido. Hoy, sus tentáculos se extienden por el continente, y el 10 de enero, en Caracas, acompañaron a Maduro, Ortega y Díaz-Canel en sus planes autoritarios. Las dictaduras de Cuba, Venezuela y Nicaragua no son más que el reflejo de los mismos ideales que esos padres trataron de salvar a sus hijos. Los Garfios del presente, liderados por estos tiranos, siguen imponiendo miseria y opresión a nuestros pueblos.
Sin embargo, dentro de cada niño que un día esperó a sus padres en el aeropuerto, vive un Peter Pan que nunca envejece. Un espíritu que sabe que la libertad de nuestras naciones está más cerca que nunca. Fidel Castro jamás imaginó que esos niños, criados en libertad y lejos de su ideología, se convertirían en sus enemigos acérrimos. Los “Peter Panes” representan la última generación nacida antes de la Revolución Castrista y son la esperanza de una Cuba libre.
Hoy, esa esperanza se renueva con un nuevo liderazgo internacional. El presidente Donald Trump ya MARCÓ la ruta hacia una nueva geopolítica para América Latina, señalando las dictaduras de la región, (con especial énfasis en la de Venezuela) como un riesgo de seguridad nacional.
Y es que, si cae una, ¡caerán todas!
La libertad de Cuba,
Venezuela y Nicaragua…
¡Ya viene llegando!
¡Dios los Bendiga!