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+DETALLES | La clientela secreta del Credit Suisse

En la película de espías “Red de Mentiras” estrenada en 2008, el personaje ficticio Hani Salaam ayudaba a dos agentes de la CIA interpretados por Russell Crowe y Leonardo DiCaprio a atrapar terroristas. Lo que los espectadores no sabían era que basaron el personaje de Salaam en una persona real: el jefe de servicios secretos jordano llamado Sa’ad Kheir.

Kheir dirigió la Dirección General de Inteligencia (GID) de Jordania entre 2000 y 2005, actuando como un aliado clave de Estados Unidos en la guerra contra el terrorismo. Sin embargo, aunque el cine lo retrata como un héroe con estilo que ayuda al país norteamericano, las actividades de Kheir en la vida real fueron más cuestionables desde el punto de vista moral.

Además de supuestamente beneficiarse del comercio ilícito de petróleo, Kheir supervisó el papel de Jordania en el llamado “programa de entregas extraordinarias” de Estados Unidos. Este es un procedimiento extralegal donde sospechosos de terrorismo fueron secuestrados y enviados a terceros países, donde eran frecuentemente torturados. Su agencia también fue acusada de torturar prisioneros.

Ahora, la filtración de Suisse Secrets revela que Kheir abrió en 2003 una cuenta personal en Credit Suisse. Durante los siete años siguientes, la cuenta crecería hasta acumular USD 21,5 millones en su pico, antes de ser cerrada después de su muerte, a finales de 2009.

Un antiguo ejecutivo del Credit Suisse le dijo al consorcio de investigación Organized Crime and Corruption Reporting Project (OCCRP): “En el ejemplo de un jefe de inteligencia como Saad Kheir, la apertura de una cuenta es una bandera roja y muchos bancos en Suiza no la aceptarían, pero Credit Suisse sí.”

Kheir no fue el único espía que escondió gruesas sumas de dinero en Credit Suisse. La nueva investigación periodística liderada por OCCRP y de la que participan 48 medios de todo el mundo, entre ellos Infobae, descubrió que al menos 15 importantes figuras de la inteligencia del mundo entero, o sus familiares cercanos, eran clientes del banco.

La mayoría de ellos eran jefes de inteligencia de alto nivel en sus países. En la lista hay un latinoamericano: el ex capitán del Ejército venezolano Carlos Luis Aguilera Borja, conocido como “El Invisible”, y que ofició de guardaespaldas de Hugo Chávez en la década del ‘90.

Fue director del servicio de inteligencia de Venezuela durante dos años, a principios de los 2000, pero cayó en desgracia a mediados en 2002, pues no pudo prevenir el golpe de Estado que estuvo a punto de derrocar a Chávez. Salió del servicio secreto y, tras otro cargo en el Gobierno, saltó de lleno al sector privado, donde amasó una fortuna.

En 2007, Aguilera Borja se convirtió en el principal accionista de Inversiones Dirca S.A., una sociedad venezolana que el año siguiente le aseguró un contrato de USD 1.850 millones para renovar el metro de Caracas a un consorcio empresarial español. No hubo un proceso de licitación pública y Aguilera se llevó una comisión del 4.8%, que equivalía a unos USD 90 millones.

En el 2011, Aguilera abrió dos cuentas que alcanzaron un balance de al menos 7,8 millones de francos suizos (USD 8,6 millones), y permanecieron abiertas hasta bien entrada la década pasada. Aguilera no respondió a las preguntas que OCCRP le envió por correo electrónico.

El valor del secreto

Para los responsables de inteligencia, tratar con Credit Suisse ofrecía un servicio que era difícil de encontrar en un mundo cada vez más globalizado. “Estos bancos representan algo que para la comunidad de inteligencia es muy valioso: el secreto”, dijo un oficial de inteligencia europeo que pidió mantener el anonimato. “Esta confidencialidad hace sus servicios muy útiles en operaciones encubiertas”.

Un antiguo director de la inteligencia alemana en Oriente Medio le dijo a OCCRP y a sus periodistas socios que “no le sorprendía” que responsables de alto rango de servicios de espionaje de países no democráticos abrieran cuentas en Suiza. Según la fuente, esas cuentas pueden servir como recurso de emergencia por si los regímenes a los que sirven estos espías son derribados o si ellos caen en desgracia.

Esta hipótesis fue compartida por Robert Baer, un ex agente de la CIA que sirvió en Oriente Medio: “En el mundo árabe, solo estás en ese puesto durante un tiempo. Tú y tu clan tienen que robar lo que puedan y crear un rinconcito de ahorros. Suiza es el lugar más seguro una vez que creas las cuentas”.

Coincidencias

Las carreras de otros tres de jefes de inteligencia tienen rasgos similares a la del jordano Kheir: el egipcio Omar Suleiman, el general paquistaní Akhtar Abdur Rahman y el yemení Ghaleb Al-Qamish.

Los cuatro dirigían agencias de inteligencia estatales en las que controlaban importantes presupuestos encubiertos, por encima de cualquier escrutinio parlamentario y ejecutivo. Los cuatro – o sus familiares- tuvieron cuentas en Credit Suisse con importantes sumas de dinero, que difícilmente se pueden explicar con sus ingresos oficiales.

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