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Venezuela

«Venezuela no es Catar»: Activistas se encadenan por identidad transgénero en el país latino

Encadenado a las afueras de la Defensoría del Pueblo, en Caracas, Paúl Martucci reclama que las personas transgénero en Venezuela puedan cambiar su nombre para dejar de sufrir discriminación y escarnio.

Junto a otros activistas del colectivo LGBTI se plantó desde el lunes por tiempo indefinido para también exigir que se legisle sobre el matrimonio igualitario y la despenalización de la homosexualidad en la Fuerza Armada de un país profundamente conservador.

«Venezuela no es Catar», se lee en una de las pancartas colocadas en la plaza Morelos, en el centro de Caracas, en alusión a la penalización de la homosexualidad en el país sede de la Copa Mundial de Fútbol 2022.

En otra dibujaron un árbol de Navidad acompañado por la frase: «La transfobia es el espíritu navideño del Estado».

Martucci aseguró que si bien la legislación venezolana permite el cambio de nombre, las personas transgénero tienen obstáculos para hacerlo.

«Cuando te presentas en una entrevista laboral con tu imagen autopercibida y tu expresión de género te dicen que no te pueden dar el trabajo porque en tu cédula dice otro nombre, que no coincide con la persona que se está presentando», señaló Paúl Martucci, miembro de la ONG Transcendiendo Fronteras.

El artículo 146 de la Ley Orgánica de Registro Civil, modificado en 2010, establece que «toda persona podrá cambiar su nombre propio, por una sola vez, ante el registrador o la registradora civil cuando éste sea infamante, la someta al escarnio público, atente contra su integridad moral, honor y reputación, o no se corresponda con su género, afectando así el libre desenvolvimiento de su personalidad».

 

– «Estamos muy por detrás» –

Koddy Campos, encadenado junto a Martucci, enumera los inconvenientes que supone vivir con un «nombre autopercibido» y un aspecto físico distinto al que está plasmado en el documento de identidad.

«La población más vulnerada es la población trans: no tiene acceso a la educación, hay personas trans que las sacan de los colegios, las universidades, no tienen trabajo», afirmó Campos.

Además, por el temor a ser discriminados, muchos optan por no acudir a centros de salud.

La violencia policial «es otra de las cosas que hemos sufrido, cuando policías te piden la cédula y ven que no corresponde a tu género te dicen que tienes una cédula de identidad que no es la tuya entonces viene el matraqueo (soborno), la extorsión y el psicoterror», añadió Martucci.

«Cuando decimos que Venezuela no es Catar no lo decimos por el bochinche (fiesta) del Mundial, es que hay una discriminación constante», apuntó Campos.

Tras someterse a un proceso de modificación corporal para adecuarse al género con el que se identifica, a Paúl, que tiene barba y porte masculino, le cuesta ser aceptado en un trabajo cuando leen en su documento el nombre de «Paola».

«Sé que mi partida de nacimiento dirá que nací niña, pero puedo llamarme Paúl (…) Las vidas de las personas trans importan, no es banalidad es un asunto de vida o muerte», remarcó.

Campos sostiene que como activistas LGBTI en Venezuela han agotado la vía legislativa y la judicial para lograr su objetivo.

«Hace más de 10 años introdujimos en la Asamblea Nacional el proyecto de matrimonio igualitario, estamos siendo víctimas de la omisión, el no querer hablar del tema también es discriminación», señaló.

Tampoco han logrado que se derogue un artículo de la justicia militar que prevé de uno a tres años de cárcel por «actos contra natura» cometidos por miembros de la Fuerza Armada venezolana.

«Estamos muy por detrás de todos los cambios que han habido en América», lamentó Campos.

AFP